miércoles, julio 26, 2006

CAMINO A TODA MARCHA PENSANDO en la gente que sabe usar su tiempo. En esa gente que se ocupa de sus cosas y que a la vez sabe ocupar bien el día. Esa que sabe como exprimir hasta la última gota de pringue, que vive a mil, a pleno, a tope. Que va a saco por la vida y que todos los instantes los vive como el último.
Ojo que esto no es lo mismo que aquél que vive apurado. Esto es distinto. La diferencia está en que el vivir apurado no se disfruta, mientras que el vivir a mil puede hacerse lentamente y disfrutando de todos los espacios de lugar y de tiempo, disponibles en este mundo de idas y vueltas que nos consume día a día.
Los otros días -creo que fue el viernes pasado- iba caminando por Leandro N. Alem y al llegar al correo veo a un tipo sentado en las escalinatas del edificio del Correo Central, muy comodo, con ropas de trabajo que tanto se usan para trabajos de oficina casual como para atender una libreria; en fin, un hombre común. Pero cuando lo miré con atención me dí cuenta que "este tipo" no era un "tipo común". No, este era un Maestro de la Vida y seguramente un tipo exitoso, uno de esos que le escapa a la rutina y que siempre tiene algo trascendente para hacer, algo que marca la diferencia.
Una elegancia en el vivir, que como los cigarrillos L&M "marca su nivel". Ese hombre tenía algo y descubrirlo no era tarea facil.
A simple vista uno no puede diferenciar entre alguien acostumbrado a vivir y un boludo que camina por la vida sin saber bien por qué, para qué vive o que mierda va a hacer en los dos minutos siguientes de su mediocre existencia.
Agobiado por la duda, abrumado y aturdido como el tango, me puse a meditar mientras continuaba mi carrera por Alem camino de Avenida Corrientes para subir la empinada cuesta hacia unas oficinas al 500 de la Avenida con más vida de Buenos Aires.
Faltando pocos metros para llegar al lugar que estaba buscando, rodeado de oficinistas y gente del ambiente del bisnes, algo me hizo reaccionar. Ese muchacho de pantalones color marrón, camisa oscura y sacón negro que había visto poco tiempo antes, Si sabía lo que quería!! El sutil detalle que evidenciaba su saber vivir, se destacaba en el contexto. El tipo, mientras esperaba sentado en las escalinatas del Correo Central, sacó de su bolso una cajita de betún (o pomada jeje), lo abrió; tomó un cepillo y un trapo pequeño y mientras el resto de los mortales consume (consumimos) el tiempo en cosas sin sentido, este buen hombre se lustró los zapatos...