
Esa Tierra que tanto significa para el Hombre en su conjunto pronto estará yerma, por el odio y la mezquindad de quienes proféticamente se creen Los Elegidos (unos y otros) y que martirizados por su propia psiqué, día tras día, hacen de esa Tierra Prometida un páramo cada vez más sangriento, fundamentalista y desolado.
Sin embargo, hay un cuarto Beirut. Está hecho menos de piedras levantadas y piedras caídas que de un esfuerzo de memoria.En uno de los últimos libros de la "Ilíada", el sanguinario Aquiles corre tras Héctor, asesino de su amado Patroclo. Ambos son soldados, ambos han matado, ambos tienen muertos, ambos creen que su causa es justa. Uno es griego, el otro troyano, pero ahora sus nacionalidades no importan. Corren ante los muros de la ciudad, pasadas las dos fuentes del río Escamandro.
Y en ese punto Homero (esa sombra antigua que llamamos Homero) interrumpe la descripción del combate y se detiene para recordarnos:"Y aquí, cerca de las fuentes, hay lavaderos/ en los huecos de piedra ancha y lisa,/ donde las mujeres de Troya y sus hermosas hijas/ venían a lavar sus coloridos trajes./ En tiempos pasados, en días de paz, antes de que vinieran los hijos de Acaya.../ Antes ellas pasaron corriendo."Fotografía: AFP

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