jueves, julio 06, 2006


VOY A TOMAR COMO HÁBITO, para no cortar las visitas al blog, una manera muy particular de escribir (más particular aun que la que llevo hasta ahora y que algunos conocen por mis mails). La escritura en este caso consistirá en utilizar 10 minutos de mi tiempo nocturno -desde la trinchera- o de trabajo -desde la cueva- para escribir alguna que otra cosita y así llevar un ritmo que creo a estas alturas, necesario. Una vez aclarado el tema voy a poner algo loco porque en este momento tengo ganas.

A veces pienso que soy el único boludo que siempre esta predispuesto a todo y que los demás no. Por qué digo esto, bueno, es muy sencillo: porque siempre tengo ganas. Y del tener ganas va esta entrada.

No soporto a la gente que no tiene ganas, que vive en la desidia personal y hasta me atrevería a decir, en la desidia colectiva. Esa gente que nunca tiene ganas de nada, que vive cansada, que la ves y te dice uhh, vengo muerto como si por decir eso, la compasión del momento y de la frase expiara al sujeto de todo mi "No soportar".
Yo sencillamente no los soporto porque siempre tengo ganas. Si, muy fácil. Tengo ganas de lo uno y de lo otro, de esto y de aquello; del antes el ahora y el después; de lo efímero y lo infinito. Ganas de ir y de venir, de aprender y de enseñar. Ganas de amigos de aquí y de allá, de los que van al cielo, de los desterrados del paraíso, los del purgatorio y los del infierno. Tengo ganas de cometer ya sea por acción o por omisión, de vivir sin que me la vivan, de gritar, de putear, de hablar y de escuchar, de entender y ser entendido. Tengo ganas de marchar con los bolivianos, con los africanos y con los progre. Tengo ganas de no ir a las marchas K, a las marchas B&B -las del ingeniero y sus amigos- menos que menos tengo ganas de ir a las que piden mano dura, a las que van contra los derechos de la gente so pretexto de ir -estos derechos- en contra de los deseos de la Iglesia, en fin tengo ganas de ir contra la corriente y contra los Derechosos. Contra esa corriente eléctrica que emana de los medios masivos de comunicación y que siempre va con la tilinguería barata de la que estamos hechos los argentinos hijos y nietos de inmigrantes, esa que te toca las fibras más intimas pero que lejos esta de pedir justicia, esa nacionalista poco patriota y muy patriotera que pulula por el ambiente en épocas de síndrome mundialista (ya lo dije en otra entrada) pero que nada cambia porque los hijos de mil puta siguen pisando cabezas y siempre van a estar ahí, al acecho de los desprevenidos, del pueblo inútil e inutilizado, eso también me da ganas. Tengo ganas de ver el correo, de oír el móvil -el de aquí y el de allí- de leer mensajes y reproches del tipo -te ha faltado: ganas de esto o de aquello, como cuando me faltaron las 7 maravillas entre otras cosas-. Ganas de hacer miles de cosas antes que el día se acabe, ganas de 36 en vez de 24 horas, de tomar mate, de jugar y de ponerme serio, de miles de cosas tengo ganas pero ahora tengo ganas de otra cosa, de algo que dará por terminada esta entrada. Tengo ganas de agarrar el mouse con mi mano derecha y llevar el cursor (mi abuela hoy creyó que el de la notebook era un bicho que se movía por la pantalla, pero se le perdona porque cumplió 86 años) hasta las dos palabras en blanco sobre fondo anaranjado que dicen: Publicar entrada.